Cinematográficamente
aprendí a ver las cosas que me habían
rodeado desde siempre, con los ojos
de Antonioni. Reparé en mi ventilador, pobre y chino, en mis almohadas gastadas
por el uso, en mis heroicas botas —eran tiempos universitarios, ya sabemos dónde—,
en mis apilados libros de texto y en los otros, en algún crucifijo colgado en
la pared; y en las prendas de mi madre, que eran pocas, pero hermosas piezas
decimonónicas: esas que hoy hereda mi hija repitiéndose la amable visión ad infinitum... Más hoy, sorprendido
nuevamente por las cosas de esta vida, reaprendo a ver de nuevo: me asomo
al portal de Natasha PB y veo
objetos decorativos sorprendentes, únicos e irrepetibles; objetos con alma, que
sólo un alma sublime puede concebir y lograr con sus manos. Algo escapa a lo
humano en esas joyas de piedras semipreciosas y metales maleables extrañamente
combinados en sabias e inesperadas proporciones, texturas, y formas.
Y esta reflexión
hoy la comparto con ustedes, mis lectores, que de seguro coincidirán que la
belleza de estas piezas conmueve; que el arte de esta recia mujer nos
permea, nos cala en lo profundo, inexorablemente. Así, continúo agradeciendo esta
tarea constante de aprender a ver las cosas, en tanto sean producto de
eso que llamamos arte, vida, sueños…
este blog se honra con los artefactos de natasha (arte factum est)
ResponderEliminarComo Gardel, cada día cantas mejor, Natasha. Gracias.
ResponderEliminarHermoso! Abrazos para los dos. Karin
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