La canción del punto
Es
un mínimo signo ortográfico,
todo
un enigma; un arcano
que
en sus pretensiones alegóricas
pretende
ser un rutilante Aleph,
pero
no lo consigue.
Es sólo
un punto decadente y lánguido
—como
nunca lo fuera Marcel Proust—
Es,
quizá, una leve pista que intente
resolver
los aterciopelados entreveros
de
un film de David Lynch,
visto
ayer tarde, en compañía
de
una amistad que se deshace.
No será
entonces, una diatriba final;
tampoco
el cierre de crónicas pasadas.
Es
sólo un unánime punto, solitario y falaz.
Aunque
bien podría ser,
—redimiéndose a sí mismo—,
parte de una exclamación
al estilo expresivo de Cioran;
y entonces, significarlo todo:
inicio
sucesión
y fin
de nuestra vida.
Felix Anesio. Miami. Noviembre, 2012.
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