Todo
pasa y todo queda…
A. Machado
Colocados en perfecta simetría/
cartesianamente/
los mosaicos/
guían los pasos presurosos
sobre imaginarias líneas paralelas
que van desde la sala hasta el fondo
de la casa colonial/
y viceversa.
El retorno contra reloj/
que ya los otros se impacientan:
que ya los otros se impacientan:
Mantenerse centrado al fiel de la balanza/
sobre el calidoscopio/
—la cenefa—
vívidos arabescos que deslindan
inefables
el Cielo de la Tierra.
Y reír y reír y reír haciendo mil piruetas:
malabaristas, acróbatas, saltimbanquis/
malabaristas, acróbatas, saltimbanquis/
payasos fellinescos
marchando en fila india, al compás de una música
silente/
sin perder un solo instante el equilibrio.
Nadie
quiere trastocar, en estos juegos, los pasos.
Y tumbarse en la tarde —ya exhaustos—
sobre el piso hecho de sudor espeso
fundirse con él/
soñar sobre él/
que es siempre el sitio más propicio
a la siesta de todos los veranos.
Sin importar los regaños del abuelo
por un resfrío que sólo acontece
en la tradición de quién nos ha legado
esos mosaicos perfectos/
diseñados
diseñados
para el juego hermoso
de la vida.
Sobre esos pisos quedan/
por siempre marcados/
los pasos. Félix Anesio
Miami, 2013