tres poemas de lilliam moro...
Foto cortesía de Ed. Silueta.
PIEDRAS
EN LOS BOLSILLOS
DE
VIRGINIA WOOLF
Las toscas
piedras llenaban tus bolsillos
porque no
pretendías quedar flotando
como la dulce
Ofelia.
El bastón lo
dejaste colocado en la orilla
sobre la hierba
húmeda.
El río te
aguardaba.
Los aviones
enemigos sobrevolaban
el cielo gris de
Londres.
El río te
aguardaba.
La gasolina
escondida en el garaje
dispuesta para
arder
antes de que
tumbaran a patadas tu puerta
resultaba una
opción demasiado dramática,
estridente.
El río te
aguardaba,
te prometía un
tránsito discreto
arropada con
algas,
acompañada de
diminutos pececillos.
A veces pienso
que quizás el
impacto de tu cuerpo
con el agua tan
fría
te hizo
reaccionar,
pero ya tus
gélidos y agarrotados dedos
no pudieron
deshacerse con rapidez
de las pesadas
piedras;
y fueron
incapaces de mantenerte a flote
los adjetivos
exactamente colocados,
los nombres tan
cuidadosamente escogidos
en cada uno de
tus párrafos
en esas construcciones
sostenidas por un hilo invisible
donde la trama y
el estilo y la vida
son una misma
cosa;
no te ayudaron
las últimas pruebas
que corregiste
con esmero,
la desazón, las
dudas ante un final que no te convencía
en tu última
novela.
Este final
tampoco.
Pero ahora te
estás hundiendo sin remedio.
Imposible la
segunda edición.
Lo primero que
encontraron fue el bastón en la orilla.
LOS CORAZONES DESBOCADOS
Hemos andado por
la vida
comiéndonos el
mundo,
haciendo fuego
de los días
y fogatas con el
calendario.
Nada teníamos,
nada podíamos perder.
Sólo contaba el
hoy.
Demasiado
aspaviento.
El futuro llegó
sin avisar,
y aquellas
llamaradas
hoy son
patéticos rescoldos volviéndose cenizas.
Las pocas
certidumbres
se convirtieron
en grandes ignorancias.
Sólo nos han
quedado
montones de
papeles, cartas amarillentas,
algún
remordimiento
y muchas fotos
en una caja de cartón.
LA MANCHA DE CAFÉ
La vida se te ha
venido encima
como una
inesperada mancha de café
sobre la ropa
limpia.
Una sutil
llovizna está cayendo
humedeciendo con
discreción tu patetismo
para no dar la
nota.
Sin embargo
tiene que haber
otra manera
de recontar las
sombras,
que las cuentas
del debe y el haber
no den números
rojos,
y que el café
salpique
sin que manche tu
ropa.
(LILLIAM MORO:
poemas del libro Tabla de salvación,
recogido en Obra poética casi completa, Miami, Editorial Silueta,
2013)
gracias a la poeta lilliam moro.
ResponderEliminarGracias a ti, Felix. Un abrazo.
ResponderEliminarPoemas impecables, de una calidad extraordinaria. Felicidades Lilliam.
ResponderEliminarPoemas impecables, de una calidad extraordinaria. Felicidades Lilliam.
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