La distancia no es mi sitio
Cómo sería estar lejos para siempre,
renunciar a ese mínimo espacio de la mesa de casa
a la que se acercan mis antepasados
a ocupar los sitios que ahora pertenecen a mis hijos.
Cómo perderme ese instante en que mi mujer ordena la mesa,
que aún sigue oliendo a resina silvestre,
para que no falte sitio para los que no están
y pueden regresar a cualquier hora
de las muchas que posee la noche.
Cómo serían mis sueños en paisajes desconocidos,
con todos los gajos secos apuntando a mi corazón,
que ya solo almacenaría recuerdos
imposibilitados de saltar los aros de fuego
porque en la lejanía han perdido veracidad.
Tendría la angustia de no saber relatar mi verdad
en otra lengua,
como quien no sabe regresar
al sitio en que tuvo un instante de sosiego,
o retorna de un largo viaje a una casa que ya no existe.
Sería mi culpa no aprender a escuchar
lo que se describe desde otra dimensión.
Ni encontraría a quién encargar el cuidado
de mis recuerdos y libros,
de preservar el nombre de las calles
en las que nunca me perdería,
de que no se derriben las casas a las que puedo acceder
más allá de cualquier puerta o ventana.
Instante con Neruda
Debajo de los ciruelos podados,
y entre dos palmas reales
cuyas sombras forman una curva perfecta
sobre el yerbazal aún húmedo
dije las frases más hermosas
aprendidas de un libro de Neruda.
Bajo la luz, que fue descendiendo
hasta colocarse a ras de sus pechos,
a expensas de ser reconocidos por cualquiera
de los que prefieren un sitio apartado
para confesarse,
puso sus manos sobre mis hombros
y sentí que la serenidad del cielo se desprendía
hasta ocupar sitio en mi pecho.
Y en sus ojos advertí un cálido nicho
donde resguardarme del peligro
de viajar por un paisaje irreal,
inexistente, en una ocasión
que se precisa únicamente de la realidad
sin ninguna distorsión.
Fue cuando decidí colocar en su boca
todas las palabras de Neruda
que aguardaban el mejor momento
para ser pronunciadas.
La piedra
Bajo una piedra reposo mi angustia,
mole que nadie podrá mover
ni siquiera cuesta abajo, donde la ciudad parece
tener la desolación de esos pueblitos que crecen
a orillas del mundo.
Sentado sobre la piedra, sin deseos de entender los símbolos
que otros trazaron en su irregular superficie.
Estoy harto de símbolos. Harto de la vaciedad de las palabras
con que se describe el holocausto.
Desazón, dice la madre al hijo.
Desazón, el chofer del pontiac del cincuenta y cinco
al despedir al que llega a su destino.
Desazón, le repite la mujer sin levantar la vista
frente a un televisor que intenta preservar el país
que ya no existe.
Pongo bajo la piedra mis manos
como si la sostuviese.
El leñador y su mujer en la despedida
El leñador afila el hacha.
y a sus espaldas la mujer hierve la leche
sobre el último árbol talado.
Por las cenizas nadie supondrá de su vigor,
la inquietud de sus hojas
que presintieron la mutilación
mucho antes de que el filo la penetrara.
La leche se desborda
espumosa como lava de un volcán
y el leñador y su mujer se anticipan el beso
de la despedida.
Viéndola levantar con soltura los troncos
dispuestos a la entrada de la casa,
para depositarlos junto al fuego
y a él cortando a la mitad un árbol
acorralado entre el cielo y la tierra
que oyó con profundas raíces,
no pude imaginar la ternura con que se despiden.
Escritor cubano (Santa Clara, 1962). Ha publicado, entre otros, los poemarios Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas (Ediciones Vigía, Matanzas, 1989), Revelaciones en las postales del viajero (Editorial Universidad Central de Las Villas, Santa Clara, 1993), El riesgo de la sabiduría(Ediciones Capiro, Santa Clara, 2000), Mensajes del pan (Ediciones Orto, Manzanillo, 2003) ; las novelas Un día más allá (Editorial Bluebird Editions, Miami, 2008; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2010), Soñar el mar (Editorial Capiro, Santa Clara, 2002; Letras Cubanas, La Habana, 2009) y Te regalo el cielo (Editorial Cauce, 2007), y el libro de testimonio No hay que llorar (Ediciones La Memoria, Centro Pablo de la Torriente, La Habana, 2011). Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén(2002), entre otros reconocimientos. Ha participado en lecturas de poesía, ferias editoriales internacionales y otros eventos culturales en Argentina, Nicaragua, Costa Rica, Venezuela y Panamá.
una de las voces poeticas mas importantes de los ochenta en cuba. gracias a aristides vega chapu!
ResponderEliminarEstimados amigos de Crónicas Aldeanas, les agradezco me publicaran unos poemas que son de reciente escritura. Cuando uno encuentra espacio para sus creaciones se le está posibilitando encontrar nuevos lectores, lo que equivale a encontrar nuevos amigos. Por ello les agradezco y quedo en deuda, estimados amigos, por el espacio en su blogs que le han brindado a mis poemas. Mucha suerte para sus proyectos personales y profesionales es el deseo de quien ahora los abraza, de Arístides Vega.
ResponderEliminarMuy bonitos los poemas. Un buen regalo a todos los que visitamos con frecuencia este sitio. Gracias por compartirlos.
ResponderEliminarMe gusta tanto tu estilo ,reconoces el amor la melancolia de lo perdido en el tiempo,de veraz este poema La Distancia no es mi sitio" me ha sacado las lagrimitas de lo profundo,pues nos toca a muchos,pero Si a mi si me Toco',gracias Amigo saludos para ti,Vilma.
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