Life 1961
Ernesto sonriente bebiendo un daiquirí.
Ernesto vestido de niña en una foto antigua.
Ernesto, cazador de espléndidos antílopes,
al pie de las nieves perpetuas del Kilimanjaro.
Ernesto, el de la fiesta brava ensangrentada.
El guerillero enamorado en la Sierra de Guadarrama.
El que cultivara una mítica rosa judía en París.
El viejo pescador invencible del Gulf Stream.
Ernesto, barbado y de titánica apariencia;
admirador apasionado de toreros y estrellas;
de tantas exóticas criaturas que hoy adornan
las paredes de su casa cubana, La Vigía.
¿Pudo La Academia percibir su peculiar naturaleza;
imaginar su vida como la de un gigantesco iceberg:
a la deriva siempre/
hacia otros mares siempre/
rumbo a la nada siempre?
Su corazón atravesado por la espada de un pez
(esa imágen no está en página alguna)
palpita grave en mis oídos, cada vez que doblan
las campanas de la Iglesia Mayor de mi ciudad,
mientras hojeo una revista, en mi terraza, a solas.
Félix Anesio
Miami 2013
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