Sanctasanctórum y la ruleta rusa…
Escribir un artículo que elogie —o que critique— un libro que ya se presiente hermoso de antemano, conociendo la impronta del poeta que lo entrega, es una ardua tarea. Por ello, he intentado esta vez jugar con este libro que lleva por título Sanctasanctórum, de Jesús Alberto Díaz Hernández, uno de los hombres mas callados que he conocido, y de esos que te hacen sentir mejor con su sola presencia silenciosa. He ahí un arte peculiar el de Tinito: su actitud contemplativa de la cual emana esencialmente su poesía. A veces sospecho que él siempre está pensando, mejor sería decir, jugando a (¡ah!) que no escape su próximo poema, para otros libros que habrán de venir inexorablemente.
Y si él es artífice natural del silencio, yo me lanzo a los riesgos y al probable ruido de un método azaroso que me invento —una especie de ruleta rusa literaria — para presentarles Santasanctórum. Pero en este juego no peligra su vida de usted, como dirían mis mayores allá en las feraces tierras del Oriente (así como imagino deben haberse expresado también los de Tinito al otro extremo de la Isla), entonces sólo puede peligrar la vida del poeta… Hojeo pués, Sanctasanctórum, lo volteo como si se tratara de un dado que espera ser lanzado sobre el tapete verde del casino que se parece a la vida misma; lo abanico con los dedos como si las hojas fuesen naipes, hasta detenerme de súbito, en una página cualquiera, que es como apretar el gatillo en cuaquier hoja, esperar la explosión, encomendarse a un dios y decir esperanzado: alea jacta est.
¡Ay, del resultado! Ay de esta feliz concidencia de un libro de arena que es un cosmos en sí mismo y que la ruleta demuestra que puede ser leído al azar, sin ningún temor —aunque su autor quizás discrepe— , ya que es un cosmos arquitectónicamente diseñado (¿será su oficio de dibujante que lo asiste?) donde cada página tiene su propia razón de ser y se integra con toda precisión al resto de la obra.
Me tocó en suerte detener el tiempo en página 31; y he aquí lo que hallé:
Elogio al sillón de la sala
Oh, aquél cojo bucanero
en un rincón de la sala,
abrazado a la ventana
y al mal olor de los años
donde comulgan arañas,
comejenes y colillas
que devoran la armadura
del pirata en cautiverio;
de la mugre, la tiniebla
y las carroñas del polvo,
que se clavan en sus brazos
pintados de atardeceres.
Allí el silencio sangra
Allí mecía mi abuela
sus últimos desencuentros
con la vida y sus trastadas.
Entrar al Sanctasanctórum así, de esta forma irreverente; luego, saltar páginas desordenadamente en busca de más de lo hermoso que ya se presentía desde el inicio, ha sido toda una aventura estéticamente gratificante, en la que el poeta ha salvado su vida y nosotros deslumbrados, hemos enriquecido la nuestra.
Félix Anesio
Miami. Junio 2012.
Breve nota biográfica:
José Alberto Díaz Hernández (Tinito), Pinar del Río, Cuba, 1971.
Estudió Licenciatura en Lengua Inglesa. Ha publicado “Discurso en la penumbra”, Edit. Hoy no he visto el paraíso (2012) y Sanctasantórum, Edit. Eriginal Books. (2012)
Reside en Miami.
felicidades a tinito diaz,ha sido un placer elaborar este articulo, felix anesio.
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