Y de nuevo siento la ruda aspereza
De las penas palpitando en el
Recóndito sepulcro de mi mente:
vacilante como el viento.
Y de nuevo esa cósmica indiferencia
Anclada en mi
Espera la imagen de los rostros:
No, de un rostro!
Y de nuevo sus fantasmagóricos adornos
Me acechan día y noche--una, otra vez.
Hasta que la pasmosa serenidad
De la Muerte clame por mi
Mientras pone al desnudo
las penas encubiertas.
Ese rostro, de entre todos los rostros
Continúa impreso con miradas de
Una obscena quietud,
oliendo a adelfas blancas.
Aunque lo leí antes por facebook, la relectura me ha hecho bien, es muy buen texto, un abrazo
ResponderEliminar