"una poesía limpia hasta lo esencial..." Arístides Vega Chapú
Mi más reciente poemario Los cuervos y la infamia ha sido reseñado por el notable escritor santaclareño Arístides Vega Chapú. Este poemario recientemente editado por Felipe Lázaro en su Ediorial Betania, Madrid, España ya cuenta con la apreciación de notables escritores como Lilliam Moro y Félix Luis Viera quienes escribieron el prólogo y el epílogo respectivamente.
Es todo un buen comienzo para mi tercer poemario que próximamente se pondrá adquirir en la Librería Altamira de la Ciudad de Coral Gables.
A continuación podrán apreciar la reseña que aprecio por lo que refiere sobre esta obra.
Les agradezco a todos mis amigos y seguidores por su lectura. Y no quiero terminar esta nota sin mencionar a Juan Miranda, pintor cubano residente en Argentina que sigue cosechando éxitos y que tuvo la cortesía de permitir que sus pinturas acompañen este poemario.
Gracias,
Félix Anesio
Los
cuervos y la infamia,
el nuevo poemario de Félix Anesio, publicado por Betania: el definitivo paisaje
tras el paso de los cuervos
Los cuervos y la infamia, el nuevo poemario de Félix
Anesio (Guantánamo 1950) publicado por la madrileña editorial Betania, acaba de
salir en busca de los nuevos lectores que siempre están a la espera de una
novedad y con ello, para muchos, la posibilidad del reencuentro con este activo
poeta que desde la ciudad de Miami, donde reside, se ha ido visualizando como
una de las voces más sólidas de la poesía que en esa ciudad escriben los
hispanoparlantes.
Prologado con una entrevista que realizó la escritora
cubana Lillian Moro al autor del libro y con un epílogo firmado por el escritor
Félix Luis Viera, Los cuervos y la infamia, sostienen una dramaturgia, como
todo libro que pretende contar, organizada en cuatro secciones numeradas.
No solo el aliento (poderoso, por diverso) de lo
vivido y la intención de testificarlo a toda costa, sostienen la escritura
poética de Félix Anesio. De ser así no se disfrutaría de una poesía limpia
hasta lo esencial, para solo dar lugar a lo que verdaderamente es útil en esa
comunicación, que le es cardinal al poeta. Sus escritos buscan más que
cualquier otra razón de las que se pretenden desde este oficio, encontrar
lectores dispuestos a dejarse encantar. No solo por las historias que suele
relatar, sino por la manera de contarlas. Por ello no escatima ninguna de las
variadas maneras de ejercer la lírica; el poema en prosa, el verso libre, de aliento
muy corto o el poema muy largo, lo conversacional sujeto por el dominio de un
verbo enérgico que logra hermosísimas imágenes por la que se desliza un
discurso que se hace coherente y contundente para todo cuanto precisa revelar.
Como cualquier otro poeta cubano, aferrado a una
tradición tan fuerte y raigal como la lírica de la Isla, estos versos se
sustentan sobre paisajes muy nuestros y sobre diálogos que dignifican esa
manera proverbial de comunicarnos con una cercanía que en cualquier otra cultura
sería del peor gusto. Aún cuando esta obra ha sido escrita en otro sitio muy
diferente (¿diferente?) al lugar de origen del poeta, hay muchas maneras de
reconocer que quien logra desde lo interrogativo engendrar lo poético viene de
una tradición donde la poesía dialoga consigo misma, con su autor y con los
lectores, todo a la vez, como el caos mismos que testifican sus historias.
Interesado en exaltar comportamientos humanos
complejos y difíciles de explicar, su poesía parece indagar constantemente en
quiénes somos y quiénes queremos ser a la vez que nos permite una evaluación
constante de nuestros deseos y angustias, de nuestros miedos y paradigmas, es
decir, toda esa amplia gama de constantes que producen las emociones que Félix
Anesio expone como ejemplificación de la relación del hombre con su contexto.
La supuesta vida común adquiere jerarquía de suceso y lo estrictamente cotidiano se muestra desde ese lado donde se
engrandece lo que parecería pueril si no estuviese bajo el poder de la poesía:
El refugio de la noche es pródigo en sucesos. / Bajo la luz de una lámpara se
agrupan/ los medicamentos y numerosas cuentas. («En las altas horas», pp24)
Con los más variados elementos que el poeta primero
avizora y selecciona para finalmente ubicar en esa planicie creativa donde arma
y desarma los necesarios paisajes para que sus personajes, variados como lo es
el muestrario humano en la vida real, tengan toda posibilidad de indagar, con
la avidez de quien le interesa calar o cavar, llegar al fondo o al centro de
todo cuanto quiere exponer a través de su poesía. Y ese todo aquí está
personificado por esos diversos personajes que van apareciendo en el poemario y
que tienen por común el estar dispuestos
a traspasar cualquier atmósfera, cortar el aire, hasta llegar al otro
lado, donde se exponen sus historias, sin tapujos, dispuestos todos a
descomponerlas hasta llegar a lo que puedan considerar su verdad.
Cada uno de nosotros, los lectores que gane este
libro, tendremos a partir de ahí la posibilidad de confrontar nuestra verdad
con las otras verdades que visualiza este poemario, y es esto, sin dudas, el
mayor placer que encuentro al enfrentarme a esta poesía: el poder también
exponer mis dudas y creencias, mis miedos y las seguridades que me motivan e
impulsan.
Arístides Vega Chapú.
Santa Clara, 3 de febrero de 2018