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con el escalpelo en la mano. A próposito de un libro de Manuel
Galguera.
Al decir del célebre escritor español José Luis Sampedro,
“uno escribe a base de ser un minero de sí mismo”. Les confieso que, al
reflexionar sobre esta aserción, sentí -- alguna vez-- el temor de haber dejado
mi vida al descubierto ante todos. Mas esa percepción del acto de la escritura
nunca fue óbice para cambiar mi forma de hacerlo; de contar historias, de
verter emociones en la poesía; por el contrario, con este conocimento de causa me
sentí más propio, más libre de decir, de no autocensurarme en lo que se escribe,
ya que la escritura debe ser un acto de libertad personal.
Al escribir cualquier historia o poema siempre mostramos
pistas de lo que somos bajo la piel, lo que hemos sido en nuestra vida, lo que
hemos querido ser, nuestros oficios y profesiones seculares, nuestro entorno
afectivo, en fin, nuestra propia historia. Toca al lector encontrar esas pistas
que a veces vienen en códigos secretos, en claves, en acertijos que le toca
descubrir, pero que cuando el lector llega a ese entendimiento, se produce entonces
el disfrute pleno de la obra, bien se trate de una narración, un poema, un
guión cinematográfico o una obra de teatro.
Recientemente he recibido el libro Alejandro Dumas. Su vida y sus obras
dramáticas. Les confieso, que además de sentir la natural motivación por
conocer más aún de la obra de ese gigante de las letras que es Alejandro Dumas,
de disfrutar del libro como lo he hecho -- de rabo a cabo--, me di también a la
tarea de escarbar un poco bajo la piel de su autor, el señor Manuel Galguera,
al que conozco desde hace varios años.
En este libro pude palpar su gran devoción hacia la vida
y obra de Dumas, que equivale decir, hacia toda la literatura. Así, en la
primera parte, pude escuchar al propio Dumas, en primera persona, relatando sus
propios avatares existenciales, su devoción por la madre, su lucha por el éxito
en el teatro y en la vida. Por momentos sentí que la pluma de Galguera se
desdoblaba en la palabra y emociones del propio Dumas; entonces, vino a mi
mente la titánica labor del héroe borgeano Pierre
Menard, autor del Quijote… Y en esta “confusión” pude percibir toda la pasión
de Galguera por lo que había escrito, por el tema sobre el cual ya habíamos
conversado años antes, mientras disfrutábamos de un café espresso en una
esquina de Miami.
Un fragmento del libro fue decisivo en la comprensión de su esencia, y cito:
“Las dificultades que se me presentaban en la carrera que iba a emprender no me arredraban ya. Yo sabía que ella, más que ninguna otra, exigía estudios profundos y especiales, y que para sacar provecho de la naturaleza viva era preciso estudiar la naturaleza muerta. Busqué, pues, a estos hombres cuyo renombre es tan grande: Shakespeare, Cornielle, Moliere, Calderón, Goethe, y Schiller y fui conociéndolos sucesivamente. Extendí sus obras como si fueran cadáveres en el mármol de un anfiteatro, y con el escalpelo en la mano, dutante noches enteras, llegué hasta el corazón para buscar los manantiales de la vida y el secreto de la circulación de la sangre…”
En este fragmento creí ver también (por asociación de ideas) a un Galguera muy joven en tiempos de sus estudios de medicina, con el escalpelo en mano, en busca de la esencia de la vida misma; hoy el Dr. Galguera nos muestra este excelente libro donde aflora su gran pasión por la literatura, en ese acto de libertad personal que nos conmina a continuar investigando sobre los grandes escritores, porque él sabe que son una fuente indiscutible de inspiración, como los citados arriba lo fueran para Alejandro Dumas.
Recomiendo, pues, este libro de Ed. Entre Líneas y felicitamos al autor por su tenacidad y entrega al mundo literario.
Félix Anesio
Miami, 26 de Noviembre, 2014.