... la sensualidad en la poética de sergio garcía zamora.
Ed. Acana. Camaguey. 2013.
Llevo varios años disfrutando de la obra de este autor; he reparado en sus obsesiones, su gusto por el exotismo, la influencia de la cultura helénica, que trata como propia, los aspectos patrióticos y sociales de su poesía ajena a las estridencias; en fin, que creo haber explorado ampliamente sus aristas. Pero este joven poeta cubano siempre nos sorprende y nos hace cómplices de los temas a los cuales se acerca. Tal es el caso de la peculiar y exquisita sensualidad que emana de sus textos y que puede despertar fuertes emociones en sus lectores, hombres y mujeres a la par.
Su “Libro del amor feliz” recién me ha llegado de Cuba; y no sería justo no presentarlo en mi blog, como no sería justo dejar de decir que la contraportada lleva unas inspiradas palabras de una poeta que resulta seducida, a todas luces, por su verbo y que así lo expresa:
“… Sergio García Zamora, viejo, me lee poemas en un hospital, y toso. Sergio García Zamora, padre, me lee poemas en un jardin, y nazco. Sergio García Zamora, joven, me lee poemas en un invernadero, y duermo. Si no fuera mi propia mujer, y tú, en ti misma, tu mujer propia, querríamos ser sus mujeres. Las madres de los hijos que le faltan, las amas de casa que le faltan, la orquídea arrancada de raíz, apretada entre sus dedos…” (Legna Rodriguez Iglesias).
Yo, por mi parte, no tendría mejor forma de contarles de mi emoción al leer el Libro del amor feliz que el de haberme sentido como Acteón, en la carne del ciervo que despierta, bajo la complicidad de su poesía.
Gracias por su atención y feliz día a todos!
Félix Anesio
Miami, Mayo 2014.
El
imperio de los sentidos
Después que hundo las manos en tu sexo
logro escribir con probidad.
Aquel poema,
--que confiaron por entero al exotismo--,
sobre una tienda de especias en Turquía,
sobre un bosque de sándalo,
no lo hubiera podido concluir
sin oler entre mis dedos
un buen rato.
La
hora del baño
Acteón, el cazador, fue devorado por sus perros
después que Diana lo convirtiese en cervato.
Ese fue el castigo por espiar a la diosa
cuando ella se bañaba.
Amor mío, los griegos pueden ilustrar
cada situación de nuestra vida,
incluso si probaras a matarme en el baño
sería una escena común.
Mientras miro correr el agua sobre tu hombro,
algo muerde al ciervo
que dormía bajo mi carne.
Algún
día te pasará
Un cuchillo bajo tu cuello. Una bayoneta contra el
sexo.
Un punzón para cegarte. Una pregunta: Are you happy?