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martes, 5 de marzo de 2013

el deber de todas las cosas... (seis poemas)


El deber de todas las cosas...
 
Escribir una pequeña nota de presentación a estos seis poemas escritos por seis poetas cubanos --entre los cuales me incluyo-- residentes en varias ciudades del mundo, se me hace indispensable. Y es que cuando la vida te premia con proyectos como éste, no sientes más que un hondo agradecimiento, y una gran felicidad. Me refiero a la antología Bojeo a la isla infinita, publicada por la Editorial Betania de Madrid y por el sello Publicaciones Entre Líneas de la Editorial Voces de Hoy de Miami.

He trabajado laboriosamente mi propia selección entre los 48 poemas que aparecen en el libro; labor difícil cuando se trata de "un volumen redondo --al decir de un crítico--; que más que una antología de poetas es una antología de poéticas que dibujan otro mapa posible de esa isla discursiva que habitamos."

Dicen que no se debe ser juez y parte, pero liberado de las falsas modestias, coincido con el criterio de que esta antología es un libro inspirado, amable; un libro que nos ha insuflado un hálito mayor de vida, una bocanada de aire fresco, y un suspiro que se parece a la felicidad. Así, creemos firmemente haber cumplido con esa misión del deber de todas las cosas, de ser una felicidad. 

Gracias a todos por su atención.

Félix Anesio. Miami, Marzo 2013

 

 

La loca en el taxi

 

Hablaba de su hijo:

muchacho bueno que vive en Quebec,

Omaha o Seattle

y está blanco y gordo como la nieve,

lo cual no es un lugar común;

en todo caso, un mejor lugar.

Hablaba de lo feliz que sería verlo

y supongo se reía.

Después no dijo más.

Por un momento sentí que viajábamos

a la ciudad última.

La mujer callaba.

En el retrovisor advertí su sonrisa

delineada por Modigliani

y recordé los peces rojos de Matisse:

eran labios fauvistas

donde la fiereza del color

perfectamente simulaba

intensa vida.

 

                     Sergio García Zamora 

 

 

Pretexto del animal 

 

llevo años sin pensar

sólo te dibujo en mi absorto aislamiento

avizorando

la necesidad de otra mano cuando

todo depende ciertamente de ti

y desconoces del rito que nos unirá

al trazar la curva insolente que tu cuerpo

impone en cada estancia

como un aullido ahogándose en mis ojos

como un perfecto estado donde aunar la lírica

a esa voz que me turba hasta la mudez

razones inequívocas que dicen / ilusamente

profetizar los siglos por venir

el pan que tendremos para salvarnos

antes que otra religión

instaure un anónimo ídolo semejante al nuestro

idéntico a ti

pretexto que exploro por el vórtice de estos años

sin diálogo

salvándome en la rutina del dibujo

del enmascaramiento

del juego de vestir otra piel

como si fuéramos animal sin caza

caza sin acechador.

 

                                Ihosvany Hernández 

 

 

La camarera sí existe o infringiendo el
protocolo
 

 

Cuando digo gracias

a la camarera que no debería existir según el protocolo

pero existe

sobre todo por lo que duelen las varices en su pierna derecha

además de infringir el protocolo me convenzo

de que la distraída camarera

me ha servido

luego existe

y yo he sido servida

luego existo

y tú lo has mirado todo con frustración

seguro pensando

ah, otra que ve a la camarera

y le da las gracias

e infringe el protocolo.

Y se te van las ganas de besarme

—a saber si has tenido ganas de besarme—

porque si así fuera seguro me habrías besado

lo cual también habría infringido el protocolo

luego entonces también existirías.

 

                                   Sonia Diaz Corrales 

 

 

Otras fotos del héroe 

 

Tuvo en ocasiones unas botas que le quedaron grandes

y se las quitaba cuando corría

sin mirar atrás por superstición.

Le gustaban bajo el fango, ya para hundirse,

y sus marcas en la hierba.

Las que ahora lleva puestas las ha ajustado por años

y se asusta en la manía de conservarlas limpias

y de la vida inútil al esconder sus fracasos.

Con ellas puestas siempre recordó

que al primer deseo le tuvo odio,

por mucho tiempo era su mal instinto

y lo acomodaba no sin dolor

y le pedía disculpas para contentarse.

Los demás no le guardaban sus ilusiones

y con el tiempo esto ha llegado a deslumbrar su vida.

Ahora desea pasar como un tren

por aquellos andenes que su odio cegó,

y ver los vitrales rotos con los que soñaba

construir los fragmentos de su porfía

y los muslos abiertos de su amiga,

veloces en el disparo como un deseo incumplido.

 

                                             Juan Carlos Recio

 

 

Cabeza de familia 

 

Alumbro el patio en la madrugada

para ver los ojos de los animales que llegan a comer

de mis residuos.

Sus entrenados dientes hacen traquear los huesos

con un sonido que asocio al hambre

de estos animales que no gimen, ni ladran,

no pelean entre ellos.

Se alimentan en silencio sobre la sombra de la escasa luz,

como lo hicimos en aquellos años

en que llegué a tener la suficiente experiencia

para llegar al tuétano

de los huesos que mi hija le había despojado la carne.

También sobre la sombra, bajo el vaivén de una lámpara de

                                                                                /keroseno,

en silencio, como esos animales que ahora contemplo. 

 

                                                         Arístides Vega Chapú 

 

 

En el borde 

 

De todos los desiertos que habito,

ninguno tan cruel,

como el de la palma de mi mano.

 

Aridez surcada por gastados laberintos

que proclaman, de algún modo,

                que he amado

                        que he procreado

                                   que he vivido.

 

Ay de mí, al contemplar, imperturbable,

esa fecunda aridez extendida hacia lo alto.

 

Hacia un cielo, ya sin nubes, que derrame

generoso, la gota de lluvia indispensable

que permita cantar mi último verso.

 

En el borde de la palma de mi mano

yace un abismo insondable, que me espera.
 
 
 
Félix Anesio



 
Nota:
Agradecimientos a Zaida del Río por su dibujo y a Yoandy Cabrera por sus palabras.

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