
Escuchó varios pasajes musicales que provenían de la casa elegante, detrás de los setos. Cada sonido parecía estremecerlo, enseñarle algo, algo muy dentro de sí. Sus nervios se tornaron tensos; el pelo de la nuca y de sus brazos se erigió rígido, encumbrado. Su repentino, voraz fervor, esparció mil sensaciones punzantes —como saetas— en su alma, en su pecho, en su cabeza. Las notas del piano se agolparon muy dentro de sí, creando conmociones, y la vez, la clara percepción de una develada pasión virginal. El sintió cada nota, cada nota, en un rapto de emoción, en cada trozo de su carne renovada. No sabía nada de corcheas o semicorcheas o compás de tres por cuatro o de silencios o arpegios o tempo o ritmo o armonía… Pero él ansiaba conocer…
No hay comentarios:
Publicar un comentario